domingo, 30 de abril de 2017

¡Una bandera para el gran Mandril!


Se me apareció el espíritu democrático a las 5:45 de la madrugada, con una bandera entre sus manos.


Una bandera transparente para el gran Mandril


5:45: Alguien llama a la puerta de mi dormitorio, me despierto sobresaltado. Se presenta un ser etéreo, que dice ser un espíritu, el espíritu democrático. Es una mujer, está vestida. El que está desnudo soy yo. 6:05: Tengo una iluminación, así que apago la luz para ahorrar. La cuestión energética  es de suma importancia. 6:10: Preparo un té al espíritu. 6:11: El espíritu democrático se quema los labios con el té. 6:20: El espíritu me confía una misión, haciéndome entrega de un trozo de plástico transparente. 6:26: Pregunto qué es. 6:27: Me dice que es la bandera del futuro. 6:28: El espíritu se disuelve, apenas queda una leve bruma suspendida en el dormitorio. Observo la bandera en silencio. Una lágrima recorre mi mejilla.

Lo primero lavarse los dientes. Después, salir en busca de la realidad, para transformarla.

Después de la visita en la madrugada del espíritu democrático, me he lavado los dientes, he doblado delicadamente la bandera del futuro y la he guardado en una cartera. En un mapa del gran Mandril he señalado todas las oficinas y despachos, tanto de corporaciones, organismos, ministerios, e instituciones, y me he dirigido hasta allí.

 Nadie me abre


He llamado a la puerta de cada uno de estos despachos. Detrás hay alguien, lo sé. Nos separa un muro opaco. Me pregunto qué ocurrirá en el interior de estas oficinas. Me asalta una terrible idea: quizá se estén comiendo un niño frito en estos momentos. Nadie me recibe, ninguna puerta se me abre. Sin embargo siento una mirada que se clava en la nuca. Me doy la vuelta y observo que un ojo gigantesco me acecha a través de la mirilla. Él me mira, yo le miro. Hablo directamente al ojo.

 Hablando al ojo de la mirilla que me observa

Es difícil saber qué ocurre tras estas puertas. Las paredes actúan como un velo, firme y sólido al mismo tiempo. Creo que estos despachos deberían ser construidos en vidrio, transparente e incoloro. En el libro de Ziamátin, titulado "Nosotros", las personas viven en pisos transparentes, a la vista de todos, observables desde cualquier ángulo. Por mi experiencia, sé, que la mirada actúa sobre los cuerpos, modificando su comportamiento. En Mandril es corriente arrojar un papel al suelo cuando se tiene la seguridad de no ser visto, fuera de las miradas de los otros.

Que se me entienda bien. Para nada quisiera que los pisos de las personas fueran transparentes, aunque de hecho, ya lo son. De lo que se trata ahora es de protegerlos, de recuperar cierta intimidad. Esa intimidad es precisa. Si has caído en la desgracia de la pobreza o siempre has vivido en ella y nunca se te ha permitido levantar la cabeza, ya lo saben todo de ti. No sólo tu piso es transparente, sino también tu cuerpo. Todo el mundo piensa por ti, todos te juzgan, todos saben lo que te conviene, cuando lo único que precisas para salir de la pobreza es dinero y quizá menos preguntas y chantajes. Creo en el blindaje de la intimidad.

 Es asombroso, porque según desciendes en la escala social, todo el mundo te ve, te juzga. Todo el mundo sabe que hacer con tu vida. Y al mismo tiempo eres invisible. Por lo general, según se profundiza en ese descenso, uno incluso pierde el nombre.


Propongo reescribir el libro de Ziamátin, pero al revés. Esto es, dotar de transparencia todos los despachos, juntas directivas, consejos de ministros. Y al mismo tiempo que los ciudadanos obtengan el control sobre su intimidad, pero aviso: de la misma manera que la mirada de los otros actúa sobre tus acciones, la falta de esa mirada puede convertirse en el infierno. Si no eres visto no existes. Garantizar la intimidad no es sinónimo de multiplicar la soledad. La intimidad no debe justificar el olvido.


Propongo reescribir el libro de Ziamátin, y darle la vuelta. Por lo menos en cuanto al diseño de las casas.


El ojo me observa sin pestañear.  Él me mira y yo le miro a él. Sabe algunas cosas sobre mí, cómo es mi voz, por ejemplo, si es segura o trémula, conoce mi cuerpo. Yo sólo veo el ojo. Me dirijo a él, le hablo:

"He llegado hasta aquí para hablar de mi bandera del futuro a alguien, porque la mía, es una bandera democrática, por eso es transparente" 



Sobre la bandera democrática del futuro

Seguimos construyendo  banderas por mera inercia, sin darnos cuenta de que los materiales también hablan. El tejido sobre el que se han levantado las banderas, nos impide ver lo que hay detrás. Lo que hay detrás de las banderas es la  realidad. Detrás de las banderas, hay otras personas con los mismos anhelos y temores que usted. Si usted aparta la bandera como si fuera una cortina, pasará más luz. Detrás de una bandera puede haber un barrio depauperado, o un lugar donde se hacen las cosas de otra manera. Detrás de las banderas, puede existir una realidad que no queremos ver. La bandera actúa como una barrera. Cierra el paso a nuestra vista. La opacidad segrega. El color divide. Todo ello es excluyente.Ya es hora de saberlo: lo inclusivo, es uno de los pilares de la democracia.

Detrás de las banderas, hay otras personas con sus mismos anhelos.


Sin embargo el plástico ya existe. La transparencia existe. Propongo este nuevo material para la bandera del futuro. Gracias al plástico transparente vemos al que se encuentra al otro lado de la bandera. La bandera ya no actúa como barrera, sino que hace la función contraria. Por primera vez, la bandera, nos pone en contacto con el otro.

Banderas transparentes ondeando. Ya no representan a alguien, porque en realidad, representan a todos. Este es el contenido simbólico. Necesitamos una estética democrática.

Efectos prácticos de la bandera transparente en la vida cotidiana

¿Pueden imaginarse el día de la fiesta nacional a miles de mandrileños agitando banderitas transparentes? Es como si movieran el brazo al aire, como si no tuvieran nada. Una de las ventajas de la futura bandera minicipal, estatal, o mundial, es su invisibilidad a los ojos. Esto es, siguiendo la máxima de Saint-Exupéry en "El principito":

"He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos".

Por mi parte señalar la importancia de que la bandera invisible sea sostenida por un mástil también invisible.  Pero las maravillas no acaban aquí, pues el engalanamiento de balcones y ventanas con la enseña nacional invisible, dejaría por fin de ser de mal gusto. 

Vecinos diferentes con una misma bandera invisible, ¡qué hermoso!


 El ojo que me observa a través de la mirilla me deja de mirar

A veces sucede que algunas propuestas se adelantan en el tiempo. El arte o lo poético, si es que existen, recogen trozos del futuro y lo trasladan al presente. Entonces ocurre que una buena parte de la población percibe una propuesta de este estilo como algo inaceptable. La mofa hacia una posible estética democrática se hace un lugar. También el ninguneo. En mi opinión, el tiempo de la estética democrática ya ha llegado, y también el de la bandera transparente. No es tanto que vengan del futuro, sino que las mentes que la observan desde el presente, se encuentran todavía en el pasado.

El ojo nos confunde.Donde vemos un hombre con el gesto de arrojar un objeto contundente contra algo, en realidad está agitando una bandera transparente, incolora, invisible, democrática. 






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