viernes, 30 de enero de 2015

El avión teledirigido del gran Mandrid

Aterrizaje en Mandril

Avión teledirigido hacia la mani del 31 de Enero

En el gran Mandril existe un cosmódromo abandonado. Una de esas viejas construcciones olvidadas de los tiempos de la gran burbuja inflacionaria - y más tarde deflacionaria-.  A veces el cosmódromo se abre para eventos excepcionales, de modo experimental, para algún asunto trascendente. Por ejemplo, una manifestación antagonista. 

Las élites del gran Mandril hubieran preferido transformar los robots en hombres, pero como todavía no es posible, se invierte gran cantidad de recursos en transformar a los hombres en robots. Aún así, este proyecto también tiene grandes dificultades. Sea como sea, un robot pilotará el avión teledirigido que despegará del cosmódromo. Prefiero no indicar si ese robot es un hombre transformado en robot, o un robot convertido en hombre. Lo único seguro es que el avión teledirigido acaba de despegar con destino a la manifestación del 31 de Enero.

La ciencia está al servicio del gran Mandril. El avión teledirigido pilotado por nuestro robot, se encuentra disparando bombas de yoduro de plata contra las nubes. La reacción es inmediata: comienza a llover. Es probable que granice. La lluvia es un gran disolvente de manifestaciones. 

Lo que está en juego -seamos sinceros- no es tanto una posible transformación del gran Mandril para que al fin tenga rostro humano, sino salvar, dentro de nuestras luces y fuerzas, la sanidad pública, por decir algo. Por lo tanto, si el piloto todavía es un hombre que ha resbalado por la peligrosa pendiente hacia la robotización, queda la esperanza de que no accione el botón que lanzará las bombas de yoduro de plata. Si es un robot convertido en hombre quizá, en su proceso de humanización, se niegue a disparar contra las nubes. Si el hombre-robot como el robot-hombre cumplieran el mandato del terrible gran Mandril, y lloviera a mares sobre la manifestación del 31 de Enero, quedaría todavía un rayo de esperanza más. Que miles de hombres y mujeres, a pesar de la lluvia y el granizo, acudan. Esto es, acudan a pesar de los elementos. Esos elementos capaces de disolver manifas y servicios públicos, de transformar las nubes en lluvia, hombres en robots.




viernes, 23 de enero de 2015

Yo y mis duplicados

Otra mañana, otra siesta, otra cabezada en el metro. Otro duplicado.

El mundo ha declarado el estado de sitio contra mí


Cuando duermo, sea la siesta o un reparador sueño nocturno, aparece un duplicado mio. Al despertar me los encuentro frente a mi, mirándome. Les doy algo de dinero de bolsillo, las llaves de casa y una copia del DNI. Abro la puerta del piso y los suelto al mundo.

Creo que mis duplicados, más que duplicados, son multiplicados. Seres independientes de mi, y sin embargo, soy yo mismo. Además del físico, compartimos emociones, experiencias, recuerdos y conocimientos. Si uno de mis duplicados leyera un libro es como si yo lo hubiera leído. Todas sus vivencias, las vivo yo, y viceversa.

Cada uno de mis duplicados crea su propio duplicado mientras duerme, por eso los llamo multiplicados. Esto va mucho más allá del crecimiento exponencial, o eso creo. Lo importante de todo esto es que en poco tiempo era fácil encontrarme a mi mismo por las calles. Confieso que desde mi proceso de multiplicación -y al compartir las experiencias y conocimiento- me he hecho mucho más listo. Es verdad, tengo una mente colectiva. Esto me permite escribir obritas de teatro, cenar paella, acudir a la rehabilitación por el asunto de la fractura de mi radio, salir con chicas, repartir panfletos, currar en turno nocturno y enamorarme. Todo ello simultáneamente. Una vida excitante.

La mala noticia es que cuando uno de mis duplicados o de mis multiplicados muere, yo también muero un poco. La buena noticia es que aparecen más duplicados de los que desaparecen; aunque esto es relativo.

Trato de ser amable, pero a los mandrileños no les caigo bien. Trato de pasar desapercibido, pero estoy en todos los lados, a punto de superar el umbral, de ser ser más yoes que mandrileños. Esto tiene consecuencias políticas en todos los ámbitos, sobre todo en el electoral. Hay un temor a mi mismo. La gente me rehuye. Se olvidan las diferencias de clase, se aparca el racismo; hay un nuevo enemigo: yo. Pero solo quiero una vida tranquila, trabajar mis miserias y mis debilidades, escribir en una mañana soleada, tener amigos, involucrarme en la vida social, hablar de lo justo y lo injusto, superar mis miedos, trabajar en pro de la renta básica universal para potenciar mis creatividades. Y sin embargo persiste ese temor a mi mismo, a ser mayoría, a que un día yo y por tanto todos mis yos hablen en alto, que se emponderen y actúen. Y a pesar de que trato de retirarme a casa pronto para evitar alterar el orden simbólico y práctico, mucho me temo que el mundo ha declarado el estado de sitio contra mí.



miércoles, 14 de enero de 2015

Las cabezas crecen


Para no acabar en las manos de hombres sin cabeza


¡Las cabezas crecen!


Una última estadística: las cabezas de los mandrileños están creciendo. Otra estadística: las cabezas se reducen. La controversia está servida.

Existen las cabezas reducidas, jibarizadas más bien, y existen las cabezas que crecen. Este es el fenómeno más singular de Mandril desde hace cuatro años, y sin embargo, nadie habla de tan sorprendentes sucesos. Da igual. Escribiré una crónica exponiendo los hechos y después lo enviaré al éter cuántico, donde permanecerá olvidado por los siglos de los siglos.

Esta realidad dual de Mandril es inquietante. Mientras a un sector de los mandrileños les crece la cabeza, a otro grupo poblacional, se le está encogiendo. Déjenme que me explique, no es fácil. A todo el mundo se le reduce la cabeza con el paso del tiempo. Es como el pico del petróleo; rebasado un umbral, cada vez hay menos. Algunos estudios relacionan esta reducción craneal con el conservadurismo. No hay duda. Los pertenecientes al baby boom, entre los que yo me encuentro, entraremos en tromba en la vejez. La probabilidad indica que tendremos una cabeza más pequeña que la actual; esto es: el gran Mandril será mucho más conservador en el futuro. Esta posibilidad me aterra. Sin embargo, hay motivo para la esperanza.

Hay motivo para la esperanza. Desde el año mayo de 2011 las cabezas están creciendo. Esto contrarresta el efecto negativo de la reducción de las cabezas por la edad. Esto es, crecen un centímetro por año desde 2011, y se reducen por efecto del tiempo menos de un centímetro anualmente. Al poder jerarquizado nunca le han gustado las cabezas grandes, sabe  lo dificultoso que resulta adaptar una cabeza grande a un casco pequeño. El gasto para la jibarización de las cabezas aumenta otro año más, pero nada debemos temer: ¡Las cabezas crecen!










lunes, 12 de enero de 2015

Dios en Mandril

Un día al despertar abrí el balcón y encontré a dios. Le hice una fotografía. A dios no le gusta que le hagan fotos, prefiere los dibujos. ¿Ustedes han visto alguna vez una fotografía de dios? 


¡Dios se aparece en Mandril!


La realidad está mal sintonizada. Primero aparecieron interferencias en los cielos, y cuando la imagen se fue ajustado, nos encontrábamos que allí estaba dios, mirándonos.

Aquí está. Dios llegó al gran Mandril y ha decidido quedarse a vivir. Abres la ventana, te asomas al balcón y allí está su inmenso rostro, sus grandes ojos siempre observándonos. Es imposible huir de su mirada. Dice que no duerme, pero sus ronquidos son los que me quitan el sueño.  A veces vuelvo a mirar la foto que le hice: tiene eczemas y pruritos en la piel. Debería cuidar su alimentación. Quizá tenga estrés. 

Debería cuidar su alimentación 

Las apariencias engañan. Dios parece encontrarse todo el día sin hacer nada, con brazos cruzados. Sin embargo es un personaje muy activo. Le gusta intervenir en la economía, en la organización política y social del gran Mandril, y sobre las relaciones interpersonales. Cuando yo era pequeño, un vecino que se llamaba Eichman, pedía a dios, que le permitiera encontrar sitio para aparcar. No sé si lo conseguía, pero esto me lleva a pensar que dios, podría intervenir en el tráfico en las horas punta.

Muchos pensarán que desde la aparición de dios en Mandril, el ateísmo viviría sus horas más bajas. En realidad, ha ocurrido precisamente lo contrario: se ha duplicado el número de ateos. Que exista un dios permanente y que nos mire con lupa a cada instante, no significa que tengamos que creer en dios. Yo no creo en mi vecino nazi del quinto, por mucho que se empeñe en existir. Que exista un dios eterno, no significa que nosotros vayamos a existir después de muertos. Es lógico que las gentes estén enfadadas con el señor. El otro día sin ir más lejos, un hombre de mediana edad disparó contra dios. Según los vecinos, era un tipo introvertido, al que nadie le había visto jamás salir con chicas. Al parecer se le había subido el semen a la cabeza. Me pregunto si dios sale con mujeres. Hay gente que dice que dios es negro, otros dicen que es una mujer. Cuando miro al cielo, solo veo a un señor con voz ronca, blanco y con barba. 

Desde que el ateo con semen en la cabeza disparó contra dios, el absoluto está irritable. Apenas duerme, y ve ateos por todos los lados. A veces quiere reconciliarse con el mundo. ¿Pero cómo reconciliarnos con dios, si no para de mirarnos mientras nos duchamos? Es cierto, ya no me siento solo. Cuando quiero encontrarme a mi mismo, solo aparece dios. Me adentro en el bosque, subo a la montaña, desciendo una sima profunda, y cuando estoy a punto de hablar cara a cara con mi yo interior, aparece dios en el firmamento. Es imposible huir. Me gustaría tener una conversación inteligente con dios, más allá clichés, pero es muy difícil. Se ríe cuando un viejecito resbala y se rompe la cadera, pero se enfada con los chistes que hacen los humoristas sobre él. Dios no tiene sentido del humor.



sábado, 10 de enero de 2015

Todo el mundo es humorista

El chiste no es la barba postiza, sino el tipo escondido tras ella.

El humor se encuentra en todos los lados

El humor se encontraba en franco retroceso. Nada hacía gracia. La risa comenzó a resultar sospechosa. Los humoristas estaban desapareciendo del gran Mandril.

Los humoristas no pertenecían a una ciudad en particular, ni a una religión, ni a una etnia, ni a una idea, ni siquiera hablaban el mismo idioma. Cuando uno saludaba a alguien y le entregaba la mano, no podía estar seguro de que esa mano que estrechaba, se hubiera masturbado hace apenas unos minutos o horas. Tampoco podía saber si la mano pertenecía a un terrorista o a un humorista. La inquietud era constante. Ese hombre o esa mujer que se sentaban a su lado en el metro, ¿podría ser una humorista? 

Nadie se pregunta por el stock de estrellas amarillas que se fabricaron en centro Europa hasta el fin del a segunda guerra mundial, pero un día aparecieron en cajas. Miles de cajas. La posibilidad de incorporar un distintivo que identificara a los humoristas se convirtió en una necesidad creciente, y en poco tiempo se convirtió en una realidad. Si el humor amenazaba la paz social, era preciso saber donde se encontraba en cada momento, no fuera que alguien hiciera un chiste sobre dios, la religión, la pederastia, la economía, las discapacidades, la orientación sexual, el gusto, la altura, el pensamiento, el bigote, el color o la gente normal y anormal. En realidad, nada ni nadie estaba a salvo del humor, por lo tanto, el humor era una amenaza.

Las persecuciones a los humoristas siempre han existido. Un bufón moría asesinado en la edad media por reírse del señor, pero enseguida aparecía otro haciendo un nuevo chiste. El humor tiene múltiples formas, puede ser reaccionario o emancipador.  El humor está en todos los lados. La existencia en sí misma y la injusticia son una broma pesada. Woddy Allen decía: "Nacemos, crecemos, nos portamos bien, y nos condenan a muerte". La realidad es un inmenso chiste. Entiendo perfectamente que no haga gracia, pero los chistes no son inamovibles. Siempre hay otro chiste dispuesto.

Cuando los humoristas tienen que ser escondidos por amigos tras puertas falsas, en altillos, trasteros o desvanes, sin hacer ruido, con cuidado para no ser descubiertos, es posible que al humorista se le quiten las ganas de hacer un nuevo chiste, o es precisamente por ello, cuando no hay más remedio que ingeniar nuevos chistes a la altura de las circunstancias. En realidad nada se puede hacer contra el humor, pues aun habiendo acabado con todos los humoristas del mundo, en el momento más inesperado, el tipo más abiertamente contrario al humor, se encontrará haciendo un chiste. Estará atrapado. De lo que es seguro es que no todos podemos ser nazis ni físicos cuánticos de la noche a la mañana, pero todos podemos ser humoristas. En realidad todos somos humoristas. El humor se encuentra en todos los lados.


jueves, 8 de enero de 2015

La misteriosa desaparición de los humoristas

Oh, dios, ¿y si fuera un humorista?


Los peligros del humor

Los humoristas están desapareciendo. Cuando el humorista deja de hacer gracia, deja de ser un humorista para el otro y se convierte en un adversario.Por eso hay muy pocos humoristas en el mundo.

Yo quería ser humorista. A pesar de que hago chistes todos los días, no es fácil ser humorista. Para ser un humorista de verdad, uno tiene que vivir de los chistes. Da igual que sean buenos o malos; la fuente principal de ingresos tienen que ser los chistes. Por eso los humoristas están desapareciendo de la faz de la tierra: A) Es muy difícil vivir  del humor. B) Los chistes ya no hacen gracia. C) Les multan. D) Acaban en la cárcel. E) Mueren. Los humoristas han dejado de ser graciosos, han dejado de ser inocentes, se han convertido en enemigos. Cuando el humorista deja de hacer gracia, deja de ser un humorista para el otro y se convierte en un adversario. Por eso hay muy pocos humoristas en el mundo. Cuando uno consigue vivir de los chistes, automáticamente sus chistes dejan de hacer gracia, entonces el humorista se convierte en el enemigo. Ustedes dirán que la culpa no es del humorista o del chiste: es posible que el oyente no tenga sentido del humor, o simplemente es que no ha entendido el chiste. ¿Tiene qué tener un chiste necesariamente efecto cómico? Si cuento un chiste y a nadie en el planeta le hace gracia, ¿es un chiste?. Hemos llegado a un nuevo umbral del humor, donde no es preciso que los chistes hagan gracia, ni siquiera tienen que ser comprendidos. Es más, ni siquiera los chistes tienen que ser entendidos por el propio humorista. Poco a poco los chistes se parecen cada vez más a la poesía. Observen el desastre. Los humoristas se han convertido en poetas.




martes, 6 de enero de 2015

Un fuego que nunca se extingue


El fuego perpetuo siempre funciona de la misma manera: es deslumbrante, y al final siempre nos quema el bigote.

El pequeño fuego perpetuo del presidente


Qué absurdo fue todo. El presidente hizo público el último descubrimiento: un fuego pequeño, no más grande que la llama de un mechero. Pero no era un fuego cualquiera, sino un fuego perpetuo que jamás se apagaba.

Era un gran descubrimiento. Una llama que ardía sola, chulísima. Evidentemente, tenía muchísimas aplicaciones, sobre todo en el terreno energético, aunque echaba por tierra todos los principios de la termodinámica, pues no precisaba de combustible. Era una llama imposible, pero allí estaba: existía. Nuestro presidente, presentó la llama ante los medios comunicación en directo,  en conferencia de prensa. Lo hizo junto a una estadística. Una curva ascendente. Decir que el presidente nunca fue muy habilidoso, por eso tampoco me extrañó que prendiera fuego sin querer a la curva ascendente, y después se prendiera fuego a sí mismo. El mal había llegado. El país comenzó a arder.

Un fuego que no precisa de combustible, que jamás se apaga y lo quema todo. Un fuego que avanza inexorablemente. Es desasosegante ver como arde el agua por la noche. Si usted encuentra alguna vez uno de estos fuegos, retírese, aun está a tiempo. 

En tan solo un año, todo el país estaba ardiendo. Solo quedaba el gran Mandril a salvo de las llamas, que por aquel entonces encontraba rodeado por el fuego.  La población de la ciudad había aumentado en varias decenas de millones. Migrantes que habían escapado del gran incendio, todos juntos, hacinados, mirando la hora, dejando pasar el tiempo. Los aviones sobrevolaban la ciudad y arrojaban sacos de arroz. Era impresionante. El arroz caía de los cielos destrozando los automóviles y los columpios y los toboganes de los niños, y sus zonas de juego.




sábado, 3 de enero de 2015

Hacerme fuerte en el baño

Es un espacio perfecto, tanto para la sociabilidad como para lucha social. Ha sido un factor de progreso fundamental. Es un recurso. El mal, también hará lo posible para apropiárselo y hacerte pagar por su uso, aunque sea en tu propia casa. Prometo dedicar mi energía a su estudio: está más relacionado con la felicidad y el humor de lo que creemos.


Hacerse fuerte en el wáter



Usted todavía no lo sabe, pero los servicios públicos no se limpian solos. En algunos lugares del mundo, en algunas oficinas, hay mentes que tratan de promocionarse ofreciendo ideas que no requieren ningún esfuerzo.

Hay gente que ofrece su talento para dar ideas que no requieren talento. Por ejemplo, reducir los sueldos o automatizar. Ocurre muchas veces que reducir el sueldo imposibilita la automatización, pues si un ser humano resulta más económico que una máquina, la automatización se detiene. La máquina tiene que ser mantenida. El ser humano se mantiene solo, y además se le puede dar una patada en el culo. La reducción de salarios es el enemigo del progreso tecnológico. Yo también estoy en contra del progreso tecnológico (Observen que escribo progreso en cursiva), pero no porque esté en contra de la tecnología, sino porque genera técnicos, esto es, empleados alejados cada vez más del ser humano, y lo que es peor, nosotros cada vez más dependientes de ellos. No soporto a aquellos que se sienten y se creen mejor que otros, de la misma manera que no soporto a aquellos que se creen por debajo de otras personas. Que se me entienda bien, por favor.

Hay empleos que deben destruirse, sin ningún tipo de contemplación. A pesar de que otro esté dispuesto a pagar para que sea realizado, a pesar incluso de su utilidad social. Sin contemplaciones. Deben destruirse. Si son realmente necesarios, no se preocupen que más tarde o temprano serán realizados, ya sea mediante voluntarios, ya sea por un sistema de selección por sorteo o azar, o por por turnos. Me refiero, por ejemplo,  a la limpieza de los servicios públicos, por cierto, cada día más privatizados.  Es mentira que todos los trabajos sean  igual de dignos. La dignidad la marca la moral de cada época y su valoración social. El gran ojo que nos mira permanentemente. 

¿Cuantos servicios habrá por todo Mandril?, ¿cientos de miles, millones? La cifra es ingente. En centros comerciales, estaciones de tren y autobús, aeropuertos... El poder no se toma en serio a los hombres y mujeres que trabajan limpiado wáteres. Saben que un limpiador puede hacer huelga (y le imponen unos mínimos desproporcionados) pero olvidan que el ser humano es un animal. Es lo que nos ocurre a los animales, tenemos que cagar. Los liberales, esta gente que gracias al sistema de la herencia y a la fortuna, creen que se han hecho a sí mismos, olvidan que enferman, que la mayor parte de su existencia requiere de cuidados, y cagan. No sé si los ricos también lloran, de lo que es seguro es que cagan. El colapso civilizatorio no tiene porque darse, tan solo, por la destrucción y despilfarro de recursos finitos, sino por el cierre de los wáteres.

Hay que hacerse fuerte en el wáter. La ocupación de wáteres, es de verdad efectiva. No hay policía suficiente para custodiarla. Hay que hacerse fuerte en el wáter. Es un lugar de la geografía del que nadie habla, y sin embargo, es vital. Un espacio a estudiar en una nueva ciencia que se llamará microgeopolítica, y que todavía no existe. El wáter parece un no lugar, y sin embargo, ocurren demasiadas cosas.



 
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